El francés llegaba a Palencia después de ocho años sin hacer el paseíllo en Campos Góticos y no tuvo una tarde fácil. «El toro que abrió el festejo no tuvo vida ninguna, ni fuerza ni nada. Y al segundo ha tenido cosas buenas, pero también la faltó un poquito más de vida. A todo ello se añadió ese viento que molestó mucho durante el tercer y cuarto toro, sobre todo, siendo casi imposible torearlos».
A pesar de todas estas adversidades, Castella se vino arriba y a base de raza acabó cortando una oreja a su segundo astado. «Me la tuve que jugar, pues con el vendaval era prácticamente imposible torear como a mí me gusta. Aún así logré algún que otro pase con temple y despaciosidad», comentaba a DP tras recibir el trofeo.
La mala suerte no quedó ahí ya que al entrar a matar al cuarto de la tarde pinchó una banderilla, cayendo en la cara del toro. «Hay días que todo sale torcido, pero por suerte a la segunda le di un gran espadazo».
Castella se mostraba agradecido con el público «por ese extraordinario cariño que me ha demostrado. Espero volver pronto».