Puse la radio. Hablaba el presidente Sánchez. No presté mucha atención, sí la suficiente. Comprendí de qué hablaba. Luego, aquella frase: «Todos somos Estado», me llevó a una palabra que me gusta: solidaridad. Detalló cifras ¿serán suficientes? Arrimemos el hombro con los impuestos. Se notarán, pero vale la pena. Las compras del viernes negro, Black Friday, se esperan mayores. El comercio y las empresas de reparto harán su particular agosto. Quienes tienen más, arrimen los dos hombros e incluso las manos con unos cuantos millones como hizo un empresario que comenzó en los bajos del piso de mis padres en La Coruña. Calle San Andrés, número 1. En minutos, la plaza del Ayuntamiento, María Pita, antes, a la izquierda, el Mercado de San Agustín. Medidas para que las ayudas lleguen cuanto antes y facilidades que agilicen trámites de las peticiones -necesarias y urgentes- modo de paliar los daños materiales. Quienes perdieron a un ser querido, llevarán ese dolor de por vida. La Dana sumió en desolación a la comunidad valenciana y otras. Queremos estar con ellos.
La solidaridad más cercana a los damnificados es la prestada por los vecinos que se ayudaron unos a otros y por los voluntarios; el dolor que transmitían al decir que si hubiesen funcionado antes las alertas a la población, vidas y pérdidas económicas no hubiesen afectado a tantas personas, negocios, empresas y hogares. Lo hemos oído, fue muy rápido y el agua se llevó por delante cuanto halló a su paso: coches, garajes inundados, y barriadas de casas bajas. Un desastre natural que, nos dicen, va a acompañarnos de por vida y hará preciso tomar medidas de prevención desde ahora. Creo en el cambio climático.
Quien niegue la evidencia es un necio o está ciego. Mi solidaridad con aquellos que sufren. Apoyo a cuantos luchan para que la normalidad llegue y se palpe. Se han implicado de modo altruista en ayudar sin importarles el agotamiento. Saben que lo importante es sentirse unidos a quienes lo han perdido todo. Las palabras de un niño, va al colegio, aunque no al suyo, comentando feliz de que tiene amigos nuevos, me llenó de alegría. Los más pequeños adivinan que lo mejor de este mundo es repartir cariño y, por supuesto, donde lo encuentran, ellos lo ponen agradecidos.