Primer pase a octavos sin Leo Messi

Diego Izco (SPC)
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Sin el argentino, el Barça ha aprendido que en la Champions se sufre siempre. Bellingham, un 'velocista lento' conquista el Bernabéu. Las remontadas y el espíritu de la vieja Copa de Europa

Primer pase a octavos sin Leo Messi - Foto: Alberto Estévez

El Barça logró el pasado martes su primer billete a octavos de final de la era 'postMessi'. El equipo, todavía poseedor de un récord asombroso en la fase de grupos (es el que más veces ha quedado primero, 21, una por delante de Real Madrid y Bayern de Munich), había caído con estrépito y buena dosis de vergüenza en las dos ediciones anteriores. La condena de la Europa League había vacunado al grupo, que festejó con rabia su triunfo ante el Oporto. Jugar sin Messi es aprender a sufrir; en cierta forma, el argentino había capitalizado el juego hasta el punto de ponerle apellido. El «Barça de Messi» era otra cosa. Sufría menos. Como tener a Stallone de tu bando en una película bélica: tendrás bajas, pero al final terminas ganando. Ya sin el genio, el equipo debe acostumbrarse a que cada triunfo cuesta horrores: lleva desde finales de septiembre sin ganar ni un solo enfrentamiento por más de un gol de diferencia. 

Elegancia

Jude Bellingham transmite una sensación de seguridad sobre el campo similar a la de un 'velocista lento', es decir, a alguien que aparentemente no está corriendo mucho pero gana sus carreras, que no esconde sus movimientos pero se convierte en indetectable y que elige siempre el pase lógico sin que los rivales lo intuyan. Ese 'zidanismo' cautiva en el Bernabéu, donde el Real Madrid liquidó al Nápoles (¿Dónde ha quedado el precioso invento de Spalletti del pasado curso?) gracias a que Rodrygo no deja lugar a la esperanza ajena: el Nápoles se adelantó en el marcador y el brasileño, enamorado hasta las trancas de esta competición (y viceversa), tardó dos minutos en hacer un golazo para empatar. Necesitó 12 partidos para hacer su primer tanto del curso… en los últimos siete encuentros ha generado 11 (siete más cuatro asistencias). 
uno de esos días. La tercera victoria española, la del Atlético de Madrid, se fraguó en «uno de esos días». No hay manera de definirlos cuando todo sale mal a pesar del esfuerzo colectivo, tampoco las hay cuando todo sale bien sin ponerle demasiado empeño. Fue una buena versión rojiblanca, pero dos goles ante el Feyenoord fueron en propia puerta y el tercero, un 'churro' (golazo) de Mario Hermoso. El 1-3 demuestra que las dinámicas positivas son amuletos que atraen a la suerte. Ya en octavos, después del infame 'petardazo' de la pasada campaña, el Atlético será temible a cara o cruz. 

Remontadas

A la hora de la verdad, la Copa de Europa recupera su vieja esencia del 'KO' con partidos jugados a pecho descubierto, llenos de alternativas y goles por todos lados. Las remontadas, que se lo digan a los aficionados del Madrid, tienen algo especial; el City vio peligrar su primer puesto cuando Openda, el pequeño 'diablo' belga, puso al Leipzig 0-2 en el Etihad. La segunda parte 'citizen' fue un vendaval arrollador hasta el 3-2 definitivo. El Benfica soñó con su primer triunfo en una Champions desastrosa cuando se puso 3-0 en la primera mitad ante el Inter, pero el subcampeón tiró de orgullo hasta el 3-3. Y el PSV, en el campo de un Sevilla sin alma ni personalidad, aprovechó su superioridad numérica y las debilidades de un equipo enfermo hace tiempo para convertir un 2-0 en un 2-3 y ganar fuera de casa en la Liga de Campeones por primera vez en 16 temporadas.