Hace no muchos años la prensa escrita tenía en agosto la costumbre de utilizar al monstruo del lago Ness para, cosas de la escasez estival de noticias, cubrir algunos huecos. Bastante antes ese capítulo lo tuvimos resuelto gracias al general Franco y sus jornadas pesqueras a bordo del Azor a cuenta del atún. Del monstruo, escojan el que quieran, poco supimos entonces aunque ya nos vamos enterando. Ahora, ironías del azar, la serpiente del verano no está en Escocia sino en España, gracias a un dislate protagonizado por unos cuantos personajes que más que reales parecen ser los protagonistas de El laberinto de las aceitunas, aquella novela de Eduardo Mendoza cuya trama es un retrato mordaz de los enredos y la condición humana.
El más reciente episodio de este desatino estival se produjo el martes. Horas más tarde de que el juez Peinado tomara declaración en La Moncloa al presidente del Gobierno a causa de las actividades de su cónyuge y de que, a continuación, el líder socialista replicara con una querella contra el magistrado, la ministra portavoz compareció para indicar que se trataba un montaje y que posiblemente pronto aparecería un vídeo con la escena en algún pseudomedio. Vino a decir, vamos, que alguien lo filtraría con la intención de desgastar la imagen del presidente y su gobierno. Hasta ahí su apreciación es correcta porque no debe descartarse si se analiza con cierta calma.
Ahora bien, si hablamos de descartes, convendría dejar algunas cosas claras. Por lo pronto, la mayoría de los asuntos, a tenor de las investigaciones realizadas, han quedado eliminados de esta historia. Hay dos, sin embargo, que merecen cierta atención y tienen que ver con el investigador y la investigada. Y ni uno ni otra salen bien parados. En un caso, sea por exceso de celo, ignorancia o chapucería, todo apunta a una operación más que discutible. En el otro caso, las cosas son más simples porque lo que llama la atención a algunos es todo lo referente a la titulación académica oficial (licenciatura o grado) para dirigir un máster. En el fondo, en esta historia quienes no salen bien parados son los sistemas académico, político, judicial y periodístico. Flaco favor a universidades, partidos, jueces y periodistas.