La histórica noche ante el Inter de Milán dejó el Metropolitano como el suelo de una discoteca el lunes por la mañana. Están los recuerdos de la fiesta, el suelo pegajoso y el silencio, nostálgico silencio, donde todo eran decibelios y pasión. Fue el perfecto escenario para recuperar viejos refranes en desuso: «días de mucho, vísperas de poco». El físico es importante (y quitando la primera media hora, el Barça fue superior), pero también la cabeza: la sensación de haber tocado techo en la tanda de penaltis del pasado miércoles relajó al 'Atleti' y los azulgrana, plagados de bajas (la última, la de Christensen, en pleno calentamiento), se llevaron un botín de oro convirtiéndose en el primer equipo con tres goles de ventaja en el Metropolitano en los 168 partidos que se han jugado allá. Los rojiblancos no habían perdido y encajaron una derrota que pone sobre el alambre su próxima participación en la Champions: el 75 por ciento lo hizo el Barça, el 25, el propio Atlético y su recuerdo de una fiesta.
Goleada
A todo esto, el Real Madrid miraba ese partido con mucho interés porque podía ponerle una pica más a LaLiga. Por supuesto, la tiene ya agarrada por un asa, porque el Girona había perdido y una derrota culé lo hubiera allanado todo. Los blancos hicieron los deberes en la víspera. Pamplona era una de esas visitas peliagudas hace tiempo, pero el fútbol ha cambiado y no quedan 'infiernos'. Ya no en el nuevo fútbol, donde todo es más pulcro y elegante. A los cinco minutos, Osasuna ya había entregado el duelo, lo recuperó momentáneamente y volvió a cometer esos errores groseros que los grandes aprovechan como nadie. Una goleada, un choque menos, otra polémica de Vinícius (cuatro amarillas en las últimas cuatro citas) con otra exhibición ofensiva del brasileño. A día de hoy, son muchas las teorías sobre su posible incompatibilidad con Mbappé… lo que está claro es que 'Vini' puede convivir consigo mismo: el polemista y la estrella marcan los partidos a partes iguales.