Editorial

La lectura es la vía para mantener vivos y activos los pueblos

Diario Palentino
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Sestacamos la labor de bibliotecas como la Pilar Pulgar, de Frómista, reconocida en los premios María Moliner por su proyecto de animación a la lectura. Es uno de los diez mejores entre los municipios de menos de 50.000 habitantes

No es el único camino, por supuesto, ya que frente a la despoblación y el envejecimiento de los pueblos de la España interior -los palentinos también- la exclusión no tiene utilidad ninguna. Se trata de sumar el fomento de la lectura desde las bibliotecas públicas a otras medidas y programas como la rehabilitación de viviendas vacías y la construcción de otras de carácter social; las subvenciones al emprendimiento y al mantenimiento de empresas, negocios y establecimientos comerciales y hosteleros; las ayudas a la natalidad; la mejora de la cobertura de telefonía móvil e internet; las ofertas de trabajo o las ventajas fiscales para instalarse en los polígonos de esas localidades. La pandemia sembró en mucha gente las ganas de cambiar su vida  de prisas, estrés y bloques de pisos por otra más saludable en el medio rural, pero el deseo no es suficiente; hay que incentivar ese traslado desde las ciudades con servicios, dotaciones, entornos bien conservados, bienes patrimoniales abiertos y actividades lúdicas y socioculturales que resulten motivadoras.

 Es en este último ámbito en el que entra la labor de las bibliotecas, siempre encomiable pero no siempre bien reconocida. Si se limitaran a clasificar, colocar y ordenar los libros, a prestárselos a los usuarios, a recogérselos cuando van a devolverlos y a celebrar de alguna manera especial el Día del Libro, ya tendrían su mérito, sobre todo en pueblos con pocos vecinos. Pero es que, además, la mayoría acomete proyectos de fomento de la lectura, dinamización social, cuentacuentos, campañas temáticas en torno a autores o a la historia y la idiosincrasia del lugar, incentiva y mantiene clubes de lectura, lleva a autores para que hablen de su obra y sacien la curiosidad de los lectores, además de atender sugerencias y dar cabida a ideas en las que la imaginación, el juego y las relaciones sociales adquieren un papel fundamental. Y si todas estas vías se complementan con un trabajo serio en torno a la innovación tecnológica y con otro, más serio aún, de inclusión social, que abarca a colectivos vulnerables o en riesgo de serlo y a personas con alguna discapacidad -o con capacidades diferentes, como se dice ahora-, entonces el proyecto global mejora. Añádase esa imprescindible pizca de involucrar al máximo a los usuarios, que son los pocos o muchos vecinos del pueblo, y estaremos ante dotaciones indispensables para mantener vivos y activos esos lugares.

Por eso, desde aquí destacamos la labor de bibliotecas como la Pilar Pulgar, de Frómista, que ha sido reconocida en los premios María Moliner por su proyecto de animación a la lectura. Es uno de los diez mejores entre los municipios españoles de menos de 50.000 habitantes. También han sido destacadas las de Venta de Baños, Carrión, Villada, Herrera y Villamuriel. Felicitaciones a todas y ánimo para seguir.