Un barrio sin ley

R. Velasco (SPC)-Agencias
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Las Tres Mil Viviendas vuelven a centrar el debate sobre si las autoridades tendrían que intervenir en una de las zonas más inseguras de España tras el tiroteo del pasado fin de semana

Un barrio sin ley - Foto: Raúl Caro

Un barrio sin ley. Así se puede definir a las Tres Mil Viviendas de Sevilla, una zona urbana, desolada y desnuda de la ciudad andaluza. Calles desiertas de peatones, autobuses que cruzan sin pasajeros, edificios inacabados y destartalados, montones de basura en las esquinas, abundante ropa tendida… son algunos de los rasgos rutinarios del suburbio más pobre de España, donde, en muchas ocasiones, ni los servicios públicos ni las Fuerzas de Seguridad se atreven a entrar o intervenir. Desgraciadamente, en los informativos siempre es protagonista porque en su interior se ha cometido algún acto delictivo.

Sin ir más lejos, el pasado fin de semana tuvo lugar uno de ellos, que ha vuelto a disparar las alarmas tanto en el Gobierno local como en el central. Y es que un tiroteo con armas automáticas -algunos testigos afirman que eran AK-47-, entre clanes dedicados al narcotráfico volvió a atemorizar a todo el vecindario, donde no hubo muertos pero sí daños materiales.

El origen del altercado, a falta de que se concluya la investigación, pudo estar en un vuelco de droga entre dos de los grupos con mayor poder y control en el cultivo de marihuana del Polígono Sur, donde se encuentra el barrio. Sin embargo, lo llamativo de este intercambio de fuego cruzado es, según los residentes, la sofisticación del material empleado, que trasciende el de armas cortas o escopetas de caza, utilizadas habitualmente en las Tres Mil Viviendas en estas «ostentaciones», que así es como se les denomina a estos tiroteos.

Un barrio sin leyUn barrio sin ley - Foto: JOSE MANUEL VIDALEn consecuencia, la Policía Nacional no tuvo más remedio que desplegar el pasado miércoles un gran operativo que se saldó, hasta el momento, con una decena de detenidos y 16 registros en la barriada. En dicha actuación, que ya estaba planificada con antelación pero que se amplificó e intensificó tras lo ocurrido el pasado fin de semana, participaron unos 300 agentes de distintas unidades -incluidas aéreas- y 50 vehículos policiales, según informó el subdelegado del Gobierno en Sevilla, Francisco Toscano.

Pese a que se decomisó distinto «material no permitido», el enviado del Ejecutivo no confirmó que se tratara de armas de combate como las descritas por los vecinos. Del mismo modo, tampoco tuvo constancia de que hubiera ningún arrestado en relación a ese suceso.

No obstante, lo que sí aseguró Toscano es que cada vez que haya incidentes de este estilo, la Policía Nacional va a intervenir. «Lo que tenemos que hacer es defender y garantizar que los agentes puedan desarrollar correctamente todo su trabajo. El Gobierno de España no elude sus responsabilidades y esta es una muestra más de que cumple sus funciones», recalcó.

Inquieto porque estos tiroteos se repitan frecuentemente, el Ayuntamiento sevillano, liderado por su alcalde José Luis Sanz, solicitó una reunión con Toscano para tratar el asunto y reclamar actuaciones policiales «contundentes». Pero para el Gobierno, la cuestión de las Tres Mil Viviendas no se circunscribe solo a un asunto de seguridad, sino a la aplicación de políticas de vivienda, urbanísticas y de empleo para intentar paliar la pobreza de la zona.

Pasado oscuro

Aunque este último suceso haya vuelto a poner al suburbio en el ojo del huracán, los problemas en él se remontan a su construcción, iniciada en 1968 y concluida en 1977.

Desde el principio, el núcleo se compuso por partes de seis barriadas integradas en el Polígono Sur, hasta ocupar una superficie de 145 hectáreas. En primera instancia, acogió a personas provenientes de zonas chabolistas de la ciudad y otras que deseaban mejorar de vivienda. Si bien, 10 años después de su entrega, la mayoría de bloques carecía de sus servicios originales, como agua caliente o ascensores.

El robo de materiales y la escasez de recursos empezaron a ser algo rutinario dentro de las Tres Mil Viviendas, a la par que los tiroteos, el narcotráfico y la suciedad también aumentaban. Dos muertos por una disputa familiar, un taxista disparado en la cara, rastrojos de plantaciones de marihuana depositados en plena calle... son algunas de las lamentables escenas que han tenido que soportar muchos vecinos del barrio.

Además, la impunidad con la que actúan los delincuentes es otra de las trabas a la hora de buscar una solución. Solo la Policía Nacional, desplegando grandes operativos como el del miércoles, intenta poner orden en un distrito ingobernable.