Arrancó la feria de San Antolín con dos puertas grandes. Cuando las manecillas del reloj marcaban las 18,18 horas de una tarde que pintaba cárdeno muy oscuro, por la anunciada Dana y por el vaivén sufrido en el cartel, al caerse del mismo Cayetano presentando parte facultativo recién salido del horno, Roberto Martín Jarocho tomó la alternativa con Libertino, herrado con el número 100, de 520 kilos, colorado de la ganadería de Montalvo. Foto para el recuerdo singular, siendo el padrino Daniel Luque e invitados como testigos Roberto Martín Jarocho, padre, matador de toros y actualmente banderillero en las filas del toricantano, y el sobresaliente Álvaro de la Calle. Un festejo marcado por la endeblez de los Montalvo y el mal estado del piso plaza.

Con tanta bondad como falta de fortaleza, Libertino permitió a Jarocho expresarse y firmar una faena pulcra, templada y ligada sobre la diestra, en el epílogo llegaron los mejores pasajes al natural, a pies juntos. A sus manos fue a parar el primer trofeo tras una estocada que hizo guardia. 

Muy torero el recibo a la verónica rodilla en tierra al tercero, el torero de Huerta del Rey, cariñosamente arropado y espoleado por el público obtuvo dos orejas frente a un toro soso y flojo de remos de zancudas hechuras, Jarocho puso lo que no tenía el toro, fibra en un trasteo de largo metraje.

Triunfal alternativa de Jarocho con Luque a hombros - Foto: Óscar Navarro

Lo más destacado durante la lidia del quinto fue el recibo capotero, de aires camperos, ganando terreno a cada lance abrochando el recibo con una preciosa media en el centro del platillo. Jarocho cayó de pie con buena nota en el escalafón superior.

DANIEL LUQUE

A Daniel Luque le viene persiguiendo la mala suerte en los sorteos en las últimas fechas, quedó inédito en el segundo, lesionado de los cuartos traseros, acusando una voltereta en los muletazos de tanteo.  Ante las nulas opciones de lucimiento, decidió abreviar. Se desquitó con el cuarto, exhibición de excelente técnica y capacidad, inventándose el toro, fue haciendo su embestida poco a poco, habían brillado con los palos Juan Contreras y Jesús Arruga.  Con el que cerraba plaza, de embestida descompuesta, realizó una sorda porfía, en un trasteo de perderle pasos.