Dime qué sientes

Olivia Alonso (EFE)
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El neurocirujano Jesús Martínez-Fernández cuenta en un libro cómo evita las secuelas en sus intervenciones con cirugía cerebral despierta

Dime qué sientes

Dime qué sientes. Diario de un neurocirujano es la invitación de Jesús Martín-Fernández al lector para recorrer con él las cirugías despiertas de tumores cerebrales que ha practicado con el paciente como una pieza esencial y un miembro más del equipo: «Sin su respuesta no podemos hacer nada, nosotros nos metemos en su mente a través de lo que él nos dice».

Así lo explica este neurocirujano y neurocientífico cognitivo, que a sus 30 años se ha convertido en un referente mundial al haber creado el primer test basado en inteligencia artificial (IA) para identificar y preservar en vivo las emociones del paciente. Fue el 1 de febrero de 2023 cuando este neurocirujano -formado en la Universidad de La Laguna, en Tenerife- practicó en el Hospital del Mar de Barcelona la primera cirugía cerebral despierta a una paciente, Yolanda, con el test basado en Inteligencia Artificial.

Pero ese día no solo operó a Yolanda, sino también a su tío, fallecido por un tumor cerebral y quien, tras sufrir una cirugía en el lóbulo derecho de su cerebro «nunca más volvió a ser él mismo». No pudo volver a crear música, a tocar la guitarra o a emocionarse con un abrazo», recuerda el experto, al preguntarse ¿por qué la neurocirugía no se ocupaba de esto?

La cirugía despierta (Paidós), como explica en el libro, consiste en operar a un paciente de un tumor mientras está consciente, lo que produce menos secuelas que con el enfermo dormido, según el doctor, que enfatiza que esto se puede hacer «porque el cerebro no tiene receptores de dolor».

«Si tú me abrieras la cabeza y tocaras con tu dedo mi cerebro, yo no lo notaría», resalta al narrar que esta técnica se empezó a usar en el siglo pasado en EEUU y, poco a poco, se ha ido perfeccionando y en los últimos años su mentor, Hugues Duffau, «lo ha cambiado todo».

«En la cirugía tenemos nuestra técnica desarrollada en tres fases. En la primera hacemos como si fuera un mapa del mundo con las funciones cerebrales del paciente y vamos buscando los puntos críticos donde al aplicar un estímulo eléctrico, se desencadena un fallo», explica Jesús Martín-Fernández.

Se hace a través de una serie de tareas en un ordenador. Así, cuando un paciente no puede reconocer una emoción en un punto determinado, se pone una etiqueta diseñada para saber que esa zona ya no se toca. «Luego se va buscando el lenguaje y cuando el paciente no puede acceder a una palabra o entender el significado de algo, se coloca otra etiqueta». 

En la segunda fase ya «se entra hacia el tumor». «Se ve cómo tiene el paciente el mapa, dónde está el tumor y se comprueba qué es lo que puedes quitar respetando todas esas zonas críticas de las funciones cerebrales».

Y cuando se va eliminando el tumor, empieza la tercera fase para «identificar los océanos profundos del cerebro, los tractos, las carreteras que conectan zonas muy distantes del cerebro y que le permiten estar perfectamente sincronizado». «Eso también lo tenemos que identificar, por lo que se vuelve a picar un estímulo eléctrico y cuando se ve que el paciente tiene un error, sabes que ahí tienes que parar».

Menos consecuencias

Hace mucho tiempo que la cirugía despierta ha demostrado que mejora las secuelas, asegura el también compositor y director de orquesta, mientras compara esta técnica con entrar a una habitación sin luz.

«Te vas tropezando, no sabes lo que ha pasado exactamente y cuando enciendas la luz no sabes cómo va a estar la sala», explica mientras resalta que cuando se «entra con la cirugía despierta, desde el principio se enciende la luz, se puede ir identificando y se intenta no destrozar nada para mantener la calidad de vida».

Pérdida del habla o de movilidad son algunas de las secuelas más frecuentes que puede provocar una cirugía de tumor de cerebro con sedación, aunque Martín-Fernández también explica como pacientes políglotas «pueden salir pasando de un idioma a otro sin poder controlarlo o perder el acento de alguno de los idiomas».

El neurocirujano se define como un «defensor a muerte de la sanidad pública» y recuerda que ha operado en más de una decena de países en hospitales públicos «sin pedir nada a cambio», aunque tiene sus dudas de que se pueda hacer en España.

Forma parte del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria en Tenerife, donde hizo el MIR, en el que practica esta cirugía por «estar fuera del sistema» y sin «estar afiliado de forma fija en ningún hospital».