«La obra muestra la sociedad que prioriza el parecer al ser»

Julia Rodríguez
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El Teatro Principal acoge hoy, a las 20,30 horas, la representación de la compañía Los Absurdos 'Von Lusting. El hombre que vendió la Torre Eiffel' con Natalia Hernández como directora y Alfonso Mendiguchía y Patricia Estremera como actores

«La obra muestra la sociedad que prioriza el parecer al ser» - Foto: DP

El actor palentino Alfonso Mendiguchía actuará hoy, a las 20,30 horas, junto con Patricia Estremera en el Teatro Principal, donde representará la obra Von Lusting. El hombre que vendió la Torre Eiffel.

¿Cómo comenzó su gusto por el teatro y su trayectoria como actor?

Mi historia con el teatro comienza en Palencia, donde crecí y pasé mis primeros dieciocho años. En el colegio La Salle ya participaba en representaciones teatrales. Después, decidí mudarme a Salamanca para estudiar periodismo, y fue allí donde realmente descubrí mi pasión por el teatro. Durante mi primer año, me uní a un grupo universitario casi por casualidad, y esa experiencia me atrapó. A medida que me sumergía más en el teatro, me di cuenta de que mi verdadera vocación estaba en la actuación, así que decidí dejar el periodismo y dedicarme por completo a este arte. Desde entonces, he creado varias compañías y colaborado con diferentes proyectos.

¿Cómo fue la preparación de la obra y del personaje?

En nuestra compañía somos Patricia y yo, y desde hace quince años hemos creado textos propios. Para esta obra, la idea surgió mientras estábamos trabajando en otra obra Gruyère. Vi una reseña sobre Víctor Lustig, un personaje histórico que se hizo pasar por conde para llevar a cabo estafas impresionantes. Me intrigó no solo su historia, sino cómo se aprovechó de las apariencias para alcanzar sus objetivos. Esto resonó profundamente en el contexto actual, donde la imagen y la percepción son fundamentales. 

La obra no solo narra su historia, sino que también invita a reflexionar sobre la naturaleza de las apariencias en nuestra sociedad. Me documenté sobre él y fui dando forma a una biografía que mezcla la realidad con la interpretación artística, todo con el objetivo de ofrecer un espectáculo que mantenga al público intrigado y reflexionando.

¿Cómo ha sido trabajar con Patricia y Natalia en este proyecto?

Trabajar con Patricia es como estar en casa. Después de quince años juntos, nos entendemos perfectamente y compartimos una visión clara de lo que queremos lograr en cada producción. En cuanto a Natalia, ha sido una experiencia muy gratificante. Es la primera vez que trabajamos con ella como directora, y su enfoque fresco y su visión femenina han aportado una nueva dimensión a la obra. Hemos explorado juntos cómo presentar un mundo que, aunque es machista, también ofrece voces poderosas y femeninas. 

¿Qué parte de la obra fue más difícil de interpretar? 

Una de las mayores complicaciones fue la necesidad de representar una historia que abarca múltiples países, dos continentes, América y Europa, en una época que no es la nuestra, que es el principio del siglo del siglo veinte y hacerlo solo con dos actores en escena. Patricia interpreta un personaje principal y asume catorce roles adicionales. Esto requiere una gran creatividad y precisión en la actuación, así como una buena coordinación para que el público pueda seguir la narrativa. 

La dirección de Natalia Hernández fue fundamental en este aspecto. Juntos trabajamos para que la historia fluyera sin problemas y el espectador pudiera disfrutar de este viaje a través de diferentes escenarios, culturas y personajes, todo dentro de un formato teatral que respete la complejidad del relato.

 ¿Hay alguna anécdota graciosa o curiosa de los ensayos?

La mayor anécdota es que Patricia y yo siempre tenemos una broma entre nosotros cuando estamos en el camerino esperando y suena la música porque el técnico Víctor está probando sonido, decimos, mira, ha empezado la función sin nosotros. Una vez pasó de verdad, estábamos en el camerino, sonó la música cuando teníamos que estar en escena, no nos habían avisado y tuvimos que salir corriendo. Ese día si que la función empezó de verdad sin nosotros.

¿Qué aspectos de la historia cree que resonarán más con el público? 

Creo que la temática de las apariencias es muy relevante hoy en día. En una sociedad donde las redes sociales y la imagen personal tienen tanto peso, muchas veces se prioriza el parecer sobre el ser. 

La historia de Lustig, que se basa en el engaño y la manipulación, refleja esta lucha continua entre la realidad y la percepción. Los espectadores pueden verse reflejados en la forma en que, a menudo, nos dejamos llevar por las apariencias y las expectativas de los demás. Espero que esto genere una reflexión en el público sobre cómo interactuamos en el mundo moderno.

¿Cómo se equilibra la verdad con los elementos de ficción en la obra?

Queremos que la obra se sienta auténtica y muy teatral al mismo tiempo. Hemos diseñado un espacio escénico que representa el propio teatro de Víctor Lustig, donde se desarrollan los acontecimientos de su vida. La intención es que el público pueda ver los cambios de vestuario y los diferentes elementos que componen la historia, mientras se sumerge en la narrativa. Buscamos que los sentimientos y las emociones sean reales, que el espectador pueda conectarse con los personajes.

¿Qué mensaje envia a los palentinos para animarles a ver la obra?

Les diría que vengan a disfrutar de la historia, que es fascinante, y que verán una obra bien hecha e interpretada. Además es la primera vez después de treinta años de carrera que se me abren las puertas del Teatro Principal, así que poder actuar en mi ciudad es una alegría inmensa.