Los aficionados a la micología de la provincia están aprovechando actualmente sus momentos de ocio para salir al campo o al monte y recoger setas. Los argumentos para hacerlo son de peso. Por un lado, el director de la cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid (UVa), Juan Andrés Oria de Rueda, vaticina que la campaña que acaba de empezar será buena en cantidad (habla de unas 950 toneladas de cosecha en las próximas semanas), y por otro, Carlos Lera, presidente de la Asociación Micológica Palentina (una de las entidades que reúne a personas interesadas por estos hongos en esta provincia), hace hincapié en la gran variedad de setas que están creciendo. Es decir, hay cantidad y calidad en los poco más de 8.000 kilómetros cuadrados de tierras llamadas Palencia.
Ante estas cualidades que llaman la atención de numerosos interesados, unas cuarenta entidades locales (ayuntamientos y juntas vecinales) decidieron acotar los territorios aprovechables para la recogida de setas para tener un control de las personas que se pasan por allí a buscar hongos. Probablemente esta decisión provoque el disgusto de algún setero por tener que hacer un trámite administrativo para llevar a cabo su afición y por tener que rascarse el bolsillo, pero si el control se hace de manera adecuada y con un precio justo, podemos decir que el acotado es una buena forma para cuidar el medio ambiente y para que las administraciones propietarias dispongan de otra fuente de ingresos. En este punto hay que destacar que, en muchos casos, se trata de instituciones de reducido tamaño que no tienen grandes presupuestos anuales.
La recogida de setas debe de realizarse de forma cívica y cuidando el entorno. Así de claro y el que no lo haga así que se quede en su casa. Quizá con el registro obligatorio y con un pago acorde la gente tenga un mayor respeto por los demás y hacia el bien común. Dicen que lo gratuito a veces no se valora como se debe y la micología palentina es un bien muy valioso a cuidar.Forma parte de la cultura de los pueblos y, en ciertas ocasiones, de un paisaje digno de alabar. Es cierto que con estas medidas pagan justos por pecadores, pero, por desgracia, estos últimos no son pocos y los destrozos que hacen, a veces, dejan mucha huella.
Obviamente, como no se puede poner puertas al campo, el acotado no va a solucionar todos los problemas ni desterrará a furtivos, pero, al menos, servirá de criba entre los que quieran ir al campo (quedándose los que de verdad lo aman y quieren probar setas) y facilitará un dinero a los pueblos que podrán invertir en el beneficio de todos.