Quéjanse con enojos las autoridades palentinas porque una gran empresa de automoción, Renault, quiere irse a Madrid, donde les cobran menos impuestos. La alcaldesa de Palencia reprocha a la Corte borbónica que atrae empresas porque las tasas son mucho menores. Pero, a la vez, en Palencia un ciudadano paga más impuestos que uno de Valladolid, urbe tan próxima: 160 euros más, y 34 más que la media nacional.
Si queremos calles limpias y pavimentos adecuados, buenos servicios, son necesarios los impuestos, aunque muchas veces nos enojamos del derroche que se hace en ciertas obras o con ciertos conciertos y asuntejos. ¿Son mejores los servicios que reciben los ciudadanos palentinos que los vallisoletanos? Donde menos se paga es en Pamplona y, sin embargo, gozan de excelentes servicios e infraestructuras.
El resultado de Madrid, sobre todo como Comunidad, más que el ayuntamiento, es una rebaja continua de la tasa impositiva, lo que ha atraído negocios de todo el mundo y ahora es la provincia más rica de España, superando a vascos o catalanes desde hace años. Quizás los políticos, endogámicos y mafiosos, han creado demasiadas estructuras e infraestructuras para colocar a los amigotes y a la gente del partido, no pocas de ellas inútiles, dañinas.
Parece que llega la era de la desregulación y la libertad, adelgazando los estados, frente a unas contribuciones que recuerdan a las que hacían los esbirros del sheriff en tiempos de Robin Hood. España es uno de los países europeos que más ha inflado el fisco, donde hay más politicastros por habitante, más corrupción, y no estimula mucho a ganar cuando tanto se llevan los gobiernos locales, provinciales, regionales o nacionales. Demasiados generales para tan pocos soldados. Arcas municipales que se rellenan para luego derrocharse en proyectos muchas veces tontos, vanos, catastros inflados como cuerpos cancerígenos, devorando las ganas de prosperar de los ciudadanos.
Habitamos la época en que crecer es decrecer: gastar menos, menos derroche energético y de materiales, más aprovechamiento de lo que hay, y que nos dejen en paz y libres, por fin.