Rolex, Audemars Piguet o Patek Philippe. Para muchos, son nombres de marcas que tal vez no les digan nada. Para otros, son objetos de deseo inalcanzables y para un tercer grupo representan sus presas favoritas. Son las bandas de delincuentes especializadas en robar relojes de lujo. Llegan a recorrer incluso miles de kilómetros hasta grandes ciudades como Madrid y Barcelona en busca de esas piezas top que se cotizan caras; por encima de los 20.000 euros la gran mayoría y algunas incluso superan los 100.000.
Pero los malos también tienen su particular kriptonita: los agentes de Cronos de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, un grupo específico creado hace algo más de un año para combatir este tipo de mafias y que pueden presumir de un dato demoledor: resuelven casi el 90 por ciento de los casos.
En el momento en el que les llega una denuncia, saben que comienzan una carrera contrarreloj. Cada minuto cuenta si quieren llegar a tiempo de detener a las bandas de ladrones de relojes, rápidas, itinerantes e internacionales.
Casi siempre son más rápidos que ellos, pero si no lo consiguen corren el riesgo de que el botín ya haya salido del país, o que los cacos se encuentren a cientos de kilómetros del lugar de los hechos.
«Es un poco como un juego verbal, porque roban relojes y nosotros jugamos con el tiempo. Que se deshagan tan rápido de los relojes es un hándicap», explica la subinspectora Nerea García.
El inspector Ángel Sánchez, jefe del Grupo Operativo de Investigación Cronos, le tomó la palabra: «Dependiendo de la nacionalidad de la banda, cometen el hecho y se van. Algunos están una semana, otros tres meses y otros están más asentados, y la prisa en las investigaciones también depende de eso».
Ahora, un año y tres meses después de su formación, un rápido vistazo a una denuncia les basta para saber a qué tipo de ladrones se enfrentan. Pero en mayo de 2023 eran una docena de agentes procedentes de otras unidades que empezaban de cero.
De las ocho operaciones de la segunda mitad de 2023 a las 16 del primer semestre de este año, un alto porcentaje de ellas -entre el 80 y el 90 por ciento, estima el inspector- se han cerrado con éxito.
En la última acción que llevaron a cabo, en julio, detuvieron a cinco argentinos a los que se le acusa del robo de ocho relojes valorados en cerca de medio millón de euros, siete este verano y uno en 2023.
Y es que es durante los meses estivales -aunque en invierno no es que cesen- cuando más actúan estas bandas. ¿El motivo? Hace calor, la gente se pasea en manga corta y los relojes de lujo saltan a la vista.
Buscando el verano vienen, precisamente, las redes formadas por ladrones argentinos. Aterrizan en Oporto o París y cruzan la frontera española por vía terrestre para pasar inadvertidos. Aprovechan los 90 días que pueden permanecer en España sin visado para hacer campañas delictivas en varios puntos del país: tal vez estén una semana en Madrid, pero no tardarán en buscar víctimas en Málaga, Ibiza, Barcelona o Mallorca.
Las bandas de venezolanos también son habituales. Sin embargo, a diferencia de los argentinos, están asentados en Madrid y la mesura a la hora de amedrentar a sus víctimas brilla por su ausencia. Es frecuente que empleen armas de fuego para golpearles o para amenazarles, aunque no suelen disparar.
Más fácil de discernir es cuando se trata de los napolitanos. Saben que un buen coche puede ir conducido por una muñeca con un reloj caro, así que aprovechan los semáforos para buscar las piezas más codiciadas y cometer los robos. Primero pasa una moto y le descoloca, adrede, el retrovisor al coche del objetivo. Solo queda esperar a que el conductor baje la ventanilla, saque el brazo y que los pasajeros de una segunda moto hagan el resto.
El crisol de nacionalidades lo completan las bandas de marroquís, los más escurridizos de investigar, y las de Europa del este, de las pocas en las que participan mujeres: los suyos suelen ser los conocidos como robos amorosos y sus víctimas, personas de edad con posibles.
¿Los relojes más valiosos? Si pueden elegir, prefieren los Patek Philippe, cuyo valor no baja de los 30.000 euros. Tampoco le hacen ascos a los Richard Miller o a los Rolex, especialmente alguno de sus modelos más exclusivos como el Daytona, apuntan las citadas fuentes policiales.