Editorial

Los Mossos no tienen justificación en la no detención de Puigdemont

DP
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España entró en una deriva política que se agrava con cada capítulo del esperpento de Puigdemont y que nadie sabe en qué desembocará

El esperpento protagonizado por el dirigente de Junts, Carles Puigdemont, tuvo ayer un nuevo capítulo con la comparecencia del comisario jefe de los Mossos D'Esquadra, Eduard Sallent, ante los medios de comunicación y el cruce de acusaciones sobre la responsabilidad de la detención del líder independentista entre administraciones públicas y los propios Mossos. De momento, las únicas dos detenciones fueron de dos agentes de la policía autonómica que escoltaron y ayudaron a Puigdemont a desaparecer entre la multitud, pero ayer fueron puestos en libertad. No hubo ninguna dimisión por el fiasco de una operación que debería haber acabado con la detención del dirigente de Junts antes del comienzo del Pleno del Parlament en el que el socialista Salvador Illa fue investido presidente de Cataluña.

¿Había pacto entre Puigdemont y el Gobierno? ¿Se la jugó el prófugo de la Justicia con una huida no pactada? ¿Dimitirán los responsables del sainete producido a las puertas del Parlament?... Hay muchas incógnitas sin respuestas a día de hoy, mientras la mayoría de los ministros disfruta de sus vacaciones y nadie del Gobierno ni del PSOE se pronunció sobre lo sucedido el pasado jueves.

El comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, se dedicó a echar balones fuera durante su comparecencia y se quiso justificar con excusas de mal pagador. Por otra parte, el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, arremetió contra Puigdemont, del que no esperaba «un comportamiento tan impropio de quien fue la máxima autoridad del país». Con estas declaraciones se escenifica la ruptura entre los partidos independentistas, lo que puede desestabilizar la gobernabilidad del conjunto de España.

La comunidad internacional observa perpleja cómo un prófugo de la ley española entre en el país, da un mitin y desaparece, sin que ninguna fuerza ni cuerpo de Seguridad se atreva a detenerlo -porque, salvo los Mossos, nadie tenía una orden al respecto, a pesar de que las fronteras sean competencia del Ministerio del Interior- y se enfrente a una acusación que hay que recordar es por malversación. España entró en una deriva política que se agrava con cada capítulo del esperpento de Puigdemont y que nadie sabe en qué desembocará, aunque se intuye que la legislatura no llegará a su fin y Pedro Sánchez tendrá que convocar Elecciones Generales ante el parón que sufre España -sin Presupuestos Generales del Estado-.

Valle-Inclán estará gozándola donde quiera que esté, porque el país que conoció no hace más que repetir la historia y sumergirse en un esperpento que ni él mismo se hubiera atrevido a escribir.