Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


La cuesta

14/09/2024

La experiencia adquirida por el mucho pensar en las personas de nuestros pueblos palentinos, tan cuajados de Paz, horizontes despejados, y repleto de refranes, con tanto acierto y sabiduría, puede desbancar a los proverbios chinos. En cierta ocasión, en la que yo subía una cuesta, al cruzarme con un hombre mayor y curtido, me comentó: «Cuando subas cuestas, nunca mires de frente calibrando lo lejos que está la cima, porque te cansarás mucho más, mira siempre al suelo y ya verás como te parecerá que vas caminando por llanura». Desde entonces, lo llevo a cabo y... ¡efectivamente, mirando al suelo, desaparece la cuesta!. Lo comenté con un amigo que practica montañismo, senderismo y mucho deporte en general, y me dijo que efectivamente, el resultado es sorprendente, pero que tiene sus riesgos, porque si tú vas mirando al suelo y viene alguien de frente mirando al cielo... el resultado puede ser morrocotudo y muy peligroso si se produce en zonas elevadas. Ya está visto que el bien y el mal, como todo en la vida, son armas de dos filos. Los consejos de los viejos, a mí me encantan, pero como dice mi amigo, no siempre son acertados, porque al subir escaleras las personas con limitaciones para caminar, la familia, los médicos y el sentido común, redundan en las precauciones, y otro hombre también muy experimentado me dice que hay que tener tanto cuidado al subirlas, como al bajarlas, porque el riesgo es mayor, sí, porque si caes de frente puedes hacerte mucho daño, pero si caes de espalda al bajar escaleras, puedes rebanarte el cuello con el bordillo de algún peldaño, algo  que no se produciría al caer boca abajo. No sé, no sé... cuestas... escaleras... sí, todas las precauciones son pocas, pero si la suerte está echada... Lo mejor será atenerse al refrán de para cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo, yo me las subo. Es que... los borriquillos siempre miran al suelo y se caen pocas veces. Hoy, necesito subir cuesta. Miraré al suelo, y si me tropiezo con alguien que mira al cielo y todo se queda en un abrazo... según fuera el abrazante, hasta podría gustarme. Y a todo esto... cuando me he sentado a escribir, no tenía ni idea de qué tema abordaría. Y resulta que me he centrado en las cuestas. Pues... por algo habrá sido... por algo habrá sido.