Antonio Álamo

Antonio Álamo


Waterloo

15/08/2024

Waterloo es el nombre de una ciudad belga con una población, valones en su mayoría, de cerca de treinta mil habitantes. También es el título de la canción con la que el grupo sueco Abba ganó el festival de Eurovisión en 1974. Dos de sus miembros crearon años antes otro, Hep Stars, una de cuyas canciones –escuchen su versión de Malaika- estaba cantada en lengua suajili y tenía aires de Kenia. En ese cosmopolitismo, por cierto, se debieron fijar hace poco los organizadores del festival europeo porque estos momentos ya participan estados de Oriente Medio y no se descarta la presencia de otros de África y Asia. Nunca se sabe. Pueden reírse de esta opinión pero por lo pronto ya existe una versión junior del concurso. En fin, que nadie se sorprenda si un día añaden las modalidades de pareja y trío.
Waterloo es asimismo el nombre de una renombrada batalla en la que Napoleón Bonaparte fue derrotado por el duque de Wellington y el mariscal prusiano Von Blücher, honrado este último por el régimen nazi al bautizar con su apellido uno de los 5 cruceros pesados de la marina de guerra alemana en la II Guerra Mundial. Es sabido que después de aquella derrota el declive de Napoleón fue rapidísimo. Waterloo, por último, es la ciudad de residencia de Carles Puigdemont, quien fuera -todo sea por el bilingüismo- president de la Generalitat de Catalunya, secreto admirador del famoso Harry Houdini y avezado especialista en viajes en maleteros de automóvil.
Waterloo podría ser, todavía no lo es, la metáfora de un independentismo artero cuyas raíces más superficiales pueden encontrarse en la debacle ética de aquel partido llamado Convergència i Unió y que está indefectiblemente unido a nombres y símbolos que todos recuerdan: Pujol, Banca Catalana, Palau de la Música Catalana, 3% -recuerden a Pasquall Maragall-, Andorra, embargos y una huida hacia adelante como último recurso para evitar una estancia donde podrían tener como  compañeros a los Golfos Apandadores, aquellos que amargaban la vida al Tío Gilito. Traducción: antes que terminar en la cárcel o en la calle me independizo. O nos independizamos y nos vamos a Waterloo, ¿de verdad compensó a los dos grandes partidos españoles pactar con ellos para poder gobernar?