Antonio es un vecino natural del norte de la provincia de Palencia. Acaba de cumplir los 83 años pero ni eso, ni las sofocantes temperaturas del mes de agosto, le impiden llegar puntual a su cita de todas las tardes. Viste una gorra -algo descolorida- y camina ayundándose de su bastón. Tiene que recorrer los poco más de 50 metros que separan su casa del teleclub del pueblo porque es allí donde le espera su grupo de amigos "para jugar la partida". "Es una tradición. No hace falta ni hablarlo. Ya sabemos que después de la siesta nos vemos aquí para pasar la tarde y esperar a que llegue la fresca. Solemos sentarnos siempre en la misma mesa aunque ahora en verano hay mucha más gente y no siempre se puede. En estos meses son todo caras nuevas y eso también nos gusta. El invierno es muy duro en esta zona. Si no fuera por este sitio pasaríamos los meses de frío sin vernos y sería muy triste. Yo soy viudo y esto me da la vida. Es el mejor momento del día", reconoció.
Casos como el de Antonio demuestran que los teleclubs se han convertido, no solo en centros de ocio, sino en verdaderos puntos de encuentro y pilares fundamentales para los vecinos del medio rural. Son espacios de intercambio cultural, impulsan el desarrollo económico de los pueblos, ayudan a fijar población y contribuyen a evitar la soledad y el aislamiento rural. En la provincia de Palencia ha llegado a haber hasta 200 teleclubs operativos y todos ellos, convertidos en auténticas instituciones para quienes viven en aquellas localidades donde nunca existió un bar o el único que había acabó cerrando sus puertas por culpa de la despoblación.
Bien lo sabe el grupo de amigos de Lorena que lleva toda vida volviendo los veranos a su pueblo. "Cuando reabrieron el teleclub nos dio la vida. Antes nos reuníamos en las casas pero nos fuimos haciendo un poco mayores, ya rondamos todos los 40, y con los niños no encontrábamos el momento o el lugar para ir a tomar algo. Es más complicada la movilización de todo el grupo", sonríe Lorena. "Todo ha cambiado desde que en nuestro propio pueblo podemos tomar el vermú, el café después de comer o compartir un refresco con los niños a última hora de la tarde. Hemos recuperado y retomado nuestra amistad. Recordamos las aventuras en el pueblo de la niñez, las verbenas de la adolescencia y vamos creando nuevos recuerdos. Ahora somos el lugar al que acuden los de las localidades aledañas, donde paran los turistas y donde se congrega una mayor animación".
Estos centros se han convertido también en el lugar perfecto donde poder celebrar fiestas, reuniones, actividades recreativas o incluso, como punto de entrega de paquetería y compras por Internet. Muchos de ellos están regentados por los propios vecinos que se organizan y se turnan para poder estar al otro lado de la barra y ofrecen acceso a una variedad de actividades culturales como, por ejemplo, la proyección de películas, la organización de talleres o la celebración de eventos literarios y musicales. Una manera de enriquecer la vida social de los municipios al tiempo que ayudan a mantener vivas las tradiciones del medio rural.
Asimismo, muchos teleclubs han querido adaptarse a la era digital adaptando sus servicios e incluyendo, por ejemplo, cursos de alfabetización digital para fomentar el uso de las nuevas tecnologías entre las personas mayores. "A mí me enseñaron a hacer videollamadas y así puedo ver a mis nietos que viven en Oviedo y solo vienen durante el verano", reconoció Josefa de 68 años.
Para los vecinos de Quintanatello de Ojeda también es como una bomba de oxígeno porque, además, abre sus puertas todos los días, también durante los meses de invierno. Está ubicado en el edificio de las antiguas escuelas y está gestionado por Marta, una de las vecinas de este municipio de poco más de 25 habitantes. "Hace unos años teníamos un bar pero el dueño se jubiló y ahora nos reunimos aquí", explicó su alcalde, Félix Salvador. "De hecho, para ponerlo en marcha aprovechamos las mesas y las sillas del antiguo bar", añadió.
La población de esta pedanía del municipio de Olmos de Ojeda llega a triplicarse durante la época estival y a los vecinos nunca les falta compañía, pero cuando llega el frío la cosa cambia. "Lo abrimos por la mañana a la hora del vermú y por la tarde a las siete para echar la partidilla. Parece que si no vamos, nos falta algo. Además, suelen venir también vecinos de Micieces o de Payo porque en su pueblo no hay. Nos gusta porque es el momento que tenemos para echar una parlada con la gente. Ahora en verano nos sentamos en la terraza bajo un árbol castaño que da sombra y se está en la gloria", reconoció en declaraciones a la Agencia Ical.
Precisamente de eso es de lo que tienen muchas ganas también los vecinos de otro municipio palentino: Dehesa de Montejo. Su teleclub está cerrado porque se están acometiendo obras de mejora en el local pero confían en que pronto pueda estar de nuevo en funcionamiento. "Lo están arreglando y poniendo la calefacción pero tenemos unas ganas inmensas de poder ir ya que es la única manera que tenemos de socializar. Si no fuera por estos sitios, nos meteríamos en rutina y pasarían meses sin que viéramos a algunos vecinos de la comarca. Así, por lo menos, mantenemos el contacto", explicó su alcalde, Mariano Dehesa. De hecho, para poder adecuar el teleclub y asegurar la techumbre han recibido 13.682 euros de la Diputación de Palencia.
No es el único porque la Institución provincial contempla una convocatoria especial de subvenciones para que los ayuntamientos y entidades locales menores puedan rehabilitar o reparar los edificios e instalaciones dedicadas al servicio público. Una línea de ayudas que desde el año 2019 ha financiado obras por un importe cercano a los 2.400.000 euros. Otra opción para los municipios o pedanías es pedir su adecuación con cargo a los Planes Provinciales como han hecho en los últimos cinco años multitud de las entidades locales que han recibido, en total, casi 1.200.000 euros para reformar o abrir sus propios teleclubs.