Pedro Sánchez ha puesto ya fecha para comenzar un nuevo 'reinado' en el Partido Socialista Obrero Español. Justo unos meses después de iniciar el curso político y a la vista de que no hay elecciones, de momento, ni a corto ni medio plazo, el actual presidente del Gobierno prepara el terreno para abrir una nueva etapa en su partido. Del 29 de noviembre al 1 de diciembre se celebrará en Sevilla el 41 Congreso Federal para, previsiblemente, reelegir al líder socialista. Nada hace pensar que vaya a dar un paso atrás por más que sus más allegados tengan cuentas pendientes en los tribunales y menos después de que ha conseguido reconducir su apuesta por Illa en Cataluña y fortalecer un territorio clave para próximas citas electorales.
Si la oposición pensaba en una posible retirada o los mismos socios de Gobierno podían atisbar una salida de Sánchez de los estamentos federales del PSOE para un futuro relevo, el congreso de tierras andaluzas se prevé como un hito de reconocimiento personal en el acaudillamiento del partido para una nueva etapa. Sus afines y su entorno así se lo demandan más allá de las dudas que pudo despertar en aquella carta a los españoles que apuntaba más a una salida que a una consolidación en el poder. Sánchez tendrá pocos críticos enfrente. Una vez completadas sus estrategias en País Vasco y Cataluña, el actual presidente del Gobierno busca aire fresco y oxígeno en la aprobación de los presupuestos generales que extiendan más su estancia en Moncloa sin los sobresaltos de propios y ajenos de una legislatura compleja y ardua.
¿A qué precio? A cambio de una reestructuración de la financiación o concierto territorial en clave federalista para cumplir con los acuerdos catalanes, con una posible refundación de los postulados del PSOE en relación con el resto de territorios y también de cara a reformular futuros pilares del consenso de la transición en lo que se refiere a las estructuras judiciales y otros poderes fundamentales de la sociedad. No tendrá de su lado, como ocurrió la última vez, a la vieja guardia de los socialistas. Tampoco a Francisco Javier Lambán (Aragón) ni a Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), críticos con los derroteros actuales de Ferraz. La incógnita será el papel que jugarán en una convocatoria hecha para que el dirigente sea aclamado con incienso y boato ante posibles ataques externos. No parece que exista una corriente crítica para, al menos, replantear esos consensos que se lograron hace 40 años. Ni fuera con la oposición ni siquiera dentro con aquellos más afines a los 'felipistas'. Sánchez busca un reinado de larga duración, cueste lo que cueste y pese a quien le pese. Sin prisas ante unas elecciones, es el tiempo de poner orden en las federaciones y recuperar terreno en Andalucía y Madrid.