Disfrutemos de la gesta, del España, España España, de la bandera en lo alto, del himno sin letra que se canta desde el corazón. Olvidemos por unas horas los muchos problemas, el desencanto, la preocupación y la ira.
Alcaraz y la selección nos han dado un día de gloria, ya lo merecíamos. La imagen del joven tenista que repite triunfo en Wimbledon con un rival como Djokovic, que no es un rival cualquiera y le felicitó además con un abrazo que parecía sincero; o el saludo de Kate Middleton. Las escenas que se han vivido en docenas de plazas, parques y calles españolas entusiastas y rojas, las lágrimas de emoción de los jugadores por el triunfo, el Rey y la infanta Sofía en el campo cogiendo la copa que le ofrecían que D. Felipe pretendía rechazar porque no era suyo el mérito sino de la selección… este 14 de julio en una fecha que se recordará ya siempre.
Día del deber cumplido, pero de mucho más. De un chico de 21 años capaz de ganar a los mejores del tenis. De un seleccionador nacional de fútbol ante el que la mayoría de los expertos expresaban reticencias, y que ha demostrado, más allá de ser capaz de llevar a su equipo a lo más alto -esta periodista no sabe nada de fútbol- ser un hombre sin complejos. Tanto para apostar por unos jóvenes a los que conocía bien frente a quienes le apuntaban que debía incluir más figuras, como para confesar abiertamente que se apoyaba en su fe para alcanzar sus objetivos. Casi un acto de valor en un país de agnosticismo creciente.
Pero hay más. Dos de los protagonistas de la selección son españoles nacidos en tierras lejanas que parte de la sociedad considera tierra con habitantes que deben ser rechazados por delincuentes, por violentos, alborotadores, incapaces de integrarse en la sociedad. Los padres de Nico Williams entraron en España ilegalmente tras cruzar a pie durante meses el Sahara; el padre de Yamal es marroquí y su madre de Guinea Ecuatorial. Los dos campeones han sufrido casos de racismo por el color de su piel, pero se sienten españoles hasta la médula y han defendido los colores de España con un espíritu fuera de duda, No se les ha ido la risa de la boca en estos días, felices de formar parte de un equipo español y sumar triunfos. Ya podrían dedicar unos minutos de reflexión esos personajes que hacen política con la inmigración. Política siempre en negativo.
España ha vibrado el pasado domingo. Por los triunfos deportivos, por ver que en Wimbledon y Berlín ondeaba la bandera y se la trataba con respeto, porque hay un puñado de deportistas preparados para el relevo de figuras que forman parte de la gran historia del tenis y del futbol. Porque, a pesar de los pesares, que son muchos, hay motivos para sentirse orgullosos de ser españoles.