Público docto en la sala de conferencias de la Real Academia De Medicina y Cirugía de Valladolid. A la Academia fundada en 1731 bajo las ordenanzas del rey Carlos II, asistieron en el pasado los palentinos Salvino Sierra como presidente y Emilio Díaz Caneja como académico; y este jueves tuvo la palabra el doctor Eduardo Crespo.
Crespo dictó una conferencia especial, que empieza siendo una historia de la medicina que transciende y se eleva a la filosofía del ars médica, ilustrada con esculturas clásicas y cuadros de las academias muy bien escogidos.
El crisol de formación de la medicina es el meditar, medir, pensar, cuidar, reflexionar con el enfermo, al que, por supuesto, se le originaba curación y sanación. Pero la premedicina solo era el mundo de los sanadores de pensamiento intuitivo, mágico. Los presocráticos y socráticos: Sócrates, Platón y Aristóteles, nos hablan de dioses sobrenaturales para seres sobrehumanos.
La invasión de los bárbaros al viejo territorio romano europeo es el punto de inflexión para que se considere al hombre integrante de la naturaleza. Con Hipócrates de Cos, la medicina es racional, científica, menos mágica y más real. Es el verdadero padre de la medicina actual.
La teoría de los humores, humoral, nos hace ver un hombre inundado por sus líquidos, predestinado en su devenir por su contenido, llegándose al descubrimiento de lo que se llamó la enfermedad sagrada, la epilepsia.
De la ordenación del conocimiento científico surgen las sentencias, los aforismos, y por elevación la patología ambiental, epidemiologia, cirugía, ginecología y la ética.
Posteriormente, la medicina se hace más humana, científica y humanista. Con una medicina pasiva que introduce al hombre en la naturaleza y otra activa dentro de la que se combate la enfermedad, la curación o regeneración llega. De ahí que se simbolice esa capacidad regenerativa en la serpiente de Asclepio.
En la actualidad, en la primera mitad del XX, el esfuerzo sanatorio lo hacen los intelectuales académicos: filólogos, arqueólogos, historiadores del mundo antiguo. En la segunda mitad, los médicos a los que llamamos humanistas, el internista endocrino Marañón, o el medico antropólogo Laín Entralgo.
El arte médico de hoy necesita un feed-back, constante revisión donde no fenezca la racionalidad, lo científico, la armonía, en un horizonte deshumanizado, donde impere el caos o lo exclusivamente tecnológico. La ciencia debe asumir su camino hacia el conocimiento y la tecnología buscará un equilibrio para dar seguridad, eso sí, sin transgredir la naturaleza, buscando el mejor logos en la med-icina residencial. El doctor Crespo partió de la historia de la medicina y llegó hasta la entelequia de fusión armónica con el todo.
Enhorabuena doctor, más alto no se puede llegar. Hace falta poseer un conocimiento profundo de la ciencia para elevarse con perspectiva a la metafísica de la medicina.