Editorial

El acceso de los menores a la tecnología, un tema por abordar

DP
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La tardanza en establecer límites puede causar desconcierto en el seno de las familias, por la contradicción con la normalidad de buena parte de ellas

El informe encargado por el Gobierno para recabar la opinión de expertos sobre los entornos digitales seguros para niños y adolescentes establece, entre otras medidas, una escala de edad para el acceso a los dispositivos digitales. Es una de las medidas más llamativas aportadas por el medio centenar de expertos que han colaborado en este análisis. Se desaconseja su uso hasta los seis años, con recomendación de no exponer a los menores antes de los tres años a estos dispositivos, se habla de limitaciones en el uso de los mismos con acceso a internet hasta los doce, y siempre de forma puntual y bajo la supervisión de un adulto, y se aboga por la utilización de herramientas de control parental y gestión del tiempo de uso hasta los 16 años. En esta última franja de edad los expertos participantes aconsejan el uso de móviles sin acceso internet y solo si se consideran necesarios, retrasando al máximo posible la entrega de móviles inteligentes.

Las recomendaciones del informe distan mucho de la realidad. La Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación en los Hogares del INE, actualizada en noviembre de este mismo año, apunta que el 69,6 por ciento de los menores de entre 10 y 15 años utilizan el teléfono móvil, un uno por ciento menos que un año antes, y eleva hasta el 96 por ciento la cifra de los que navegan por Internet. El porcentaje aumenta a medida que se avanza en la franja de edad, hasta generalizarse. Los datos no concretan el uso de móviles inteligentes, pero son la práctica totalidad.

Si bien las recomendaciones abarcan también otros aspectos relativos a la implantación de medidas de regulación en la industria o la prohibición de exponer a los menores a actividades generadoras de ingresos económicos, también en internet, la implantación gradual del acceso a la tecnología constituye uno de los puntos principales de atención. En particular por la brecha existente entre la realidad cotidiana y lo que puede ser aconsejable. La reciente generalización de la prohibición del teléfono móvil en el entorno educativo, tanto en Primaria como en Secundaria, ha sido un avance, seguramente tardío pero imprescindible, en la regulación del uso de la tecnología para niños y adolescentes. 

La tardanza en establecer límites puede causar desconcierto en el seno de las familias, por la contradicción con la normalidad de buena parte de ellas. De momento, las recomendaciones son solo eso, a expensas de que se concrete la Ley para la protección de los menores en los entornos digitales, pero al menos deben abrir un espacio de reflexión en estos entornos sobre el acceso y control de la tecnología. Lo que está en juego es la protección de los menores y su exposición a prácticas que, en algunos casos, son abiertamente delictivas