El Girona FC ha caído este miércoles contra el Feyenoord (2-3) en Montilivi en un partido loco, el primero de los 'gironins' en la Liga de Campeones ante su afición, en el que la mala suerte se cebó con el equipo de Míchel, con dos autogoles y un penalti fallado y tantas imprecisiones que dieron alas a unos neerlandeses que se llevaron el triunfo casi sin quererlo, si bien es cierto que durante unos minutos crearon mucho peligro.
Descontrol, anarquía e infortunio. Todo ello lo tuvo o lo sufrió el Girona, que suma una segunda derrota en su estreno en la Liga de Campeones --tras caer en París (1-0)--, en un duelo en el que nada le salió bien, con dos autogoles, un penalti fallado, un gol anulado por fuera de jueg, una lesión (puede que grave) de Tsygankov y pérdidas clave bien castigadas por el Feyenoord.
Todo ello le pasó al Girona. Ya con 2-3 en contra, Míchel optó por la vieja guardia y dio entrada a Cristhian Stuani y a Portu. El uruguayo tuvo el empate en su cabeza pero el meta del Feyenoord Timon Wellenreuther estuvo clave con una parada a una mano salvadora. Al final, hasta Gazzaniga, el guardameta 'gironí' que tampoco tuvo su mejor actuación, subió a rematar un córner que terminó en mano involuntaria --no punible-- de un defensa neerlandés. Ni así.
La mala suerte se ceba con el Girona
- Foto: Siu WuEl partido empezó movido y tenso y acabó de forma similar. Si el Girona quiere seguir vivo en Europ debe quitarse presión de encima y jugar con más temple y calma, pues con duelos locos, visto lo visto, no llegará a buen puerto. La primera señal de que la cosa no iría bien fue vio la temprana amarilla a Yangel Herrera, que poco después sufrió una dura entrada que el árbitro no quiso castigar con la misma sanción para Timber.
A nivel ofensivo, el Girona fue el primero en avisar, con un buen disparo del ucraniano Viktor Tsygankov, pero el portero del Feyenoord Timon Wellenreuther la desvió bien a córner. Idas y venidas de inicio, pero parecía que el campo estaba ligeramente inclinado hacia el área neerlandesa, ya que el Girona llegaba más y mejor, como en un centro de Arnau Martínez al que no llegó por poco el propio Tsygankov.
Pero el honor de ser el primer goleador del Girona FC en la Liga de Campeones será, para siempre, para David López. No un delantero ni un centrocampista llegando desde segunda línea, no. Un central que, en una acción a balón parado y aprovechando el mal rechace de la defensa neerlandesa a cabezazo inicial de Miovski, le cayó a David López, que engañó a su defensor antes de hacer historia para el Girona.
La mala suerte se ceba con el Girona
Pero nada es fácil en la vida y menos en la 'Champions'. Apenas tres minutos después del gol de David López, el Feyenoord empató y lo hizo con algo de ayuda, ya que el remate de cabeza de Timber en una falta lateral dio en Yangel Herrera, pegado al centrocampista y capitán del Feyenoord, y el balón salió desviado para superar a un Gazzaniga que, con sus piernas abiertas, hizo la estatua. Mala fortuna para el Girona, que veía el 1-1 en Montilivi sin que el rival hiciera nada para ello.
Y como el disfortunio a veces no viene solo, ese autogol vino acompañado de una lesión de Vyktor Tsygankov, que estaba siendo el mejor jugador de los de Míchel en el campo. Tuvo que dejar su lugar a Danjuma, y habrá que esperar a ver si la mala noticia no es más grave de lo que fue perder a la estrella de los 'gironins'. El cambio no sentó nada bien al Girona y, en el minuto 33, una jugada aislada del Feyenoord acabó en gol, en el de la remontada por entonces, 10' después de empatar y obra de Antoni Milambo, engañando a Gazzaniga.
Debía cambiar el chip el Girona, pero llegó antes otro mazazo. De los grandes. Otro error defensivo obligó a David Martín a cometer penalti sobre Timber, el mejor de los neerlandeses, y el 1-3 sobrevolaba Montilivi. Pero fue el portero argentino Paulo Gazzaniga quien voló más para desviar el tiro fatídico del japonés Ayase Ueda. Esperanza para el Girona, golpe moral positivo y una segunda opción para, primero, volver a igualar el partido. Por lo menos, aire a nivel anímico ya que, de haberse ido el choque al 1-3, hubiera sido fatal para los intereses de los 'gironins'.
Tras el descanso, en el que Míchel tuvo que levantar a sus jugadores y retocar varios aspectos, sobre todo los huecos dejados en defensa muy bien leídos por los jugadores del Feyenoord. Pero la primera acción ofensiva del Feyenoord casi acabó en gol, con otra pérdida y un mal repliegue. No pintaban bien las cosas, para nada, con muchos nervios en Montilivi desde la mala suerte del empate en propia puerta.
Y hubo otro gol en propia meta, esta vez del Feyenoord, pero ese empate momentáneo del Girona fue anulado desde el VAR por fuera de juego de Donny van de Beek, cuyo centro había sido desviado al interior de la red. Parecía que la suerte o el destino devolvían al Girona lo quitado, pero no. Ni así. El camino al empate debía ir potro camino y el juego del equipo catalán estaba, aunque mejorando poco a poco, atorado.
Cuesta arriba. Así iba el Girona esta tarde-noche histórica para el club catalán. Tanto que un penalti sobre Miovski, al que el portero Wellenreuther derribó con la cabeza, fue detenido por el mismo guardameta alemán del Feyenoord, que acertó las intenciones de un Miovski que poco después remató de cabeza y, de nuevo, Wellenreuther evitó que pudiera cantar gol.
Un rechace que esta vez sí salió a favor del Girona, de un Arnaut Danjuma que entró a la media hora por la lesión de Tsygankov, permitió al neerlandés conectar con su compatriota Donny van de Beek para que este rematara, con bote, para superar al meta Wellenreuther. Esta vez no hubo nada que revisar en el VAR, ni argumento alguno para que el destino jugara con el Girona, que por fin celebró el empate y se creció para, en el último cuarto de hora, ir a por la machada.
Pero no era la noche del Girona. No era noche para festejos. El juego, por momentos, no fue malo, pero de nuevo un autogol del Girona, del central Ladislav Krejci, adelantaba al Feyenoord en un centro lateral que aparentemente no tenía peligro. Y Gazzaniga no estuvo fino para evitarlo. ¿Qué más le podía salir mal al Girona? Casi que era mejor no pensar en ello. Los nervios y la presión se juntaron en contra de los de Míchel, con la lluvia mojando a los seguidores que, cabizbajos, iban en una montaña rusa de emociones que les invitó, para no marearse a más, a irse a casa empapados, de vacío y antes del pitido final. La primera victoria del Girona en 'Champions' se hará de rogar.