Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Hubo una vez un partido naranja

17/05/2024

En el entorno del 15 de mayo de 2011, puede fijarse, andando el tiempo, el nacimiento de Podemos y más allá de los partidos de la nueva política, que acabaron sucumbiendo a los modos organizativos de la política con la que querían acabar y cayeron en el culto al líder y a creerse que podían asutituir a partidos centenarios , con muchos trienios sa sus espaldas y con una penetración territorial que ellos nunca lograrían armar.

El periplo de Podemos y de su líder Pablo Iglesias, es bien conocido del mismo modo que lo es el nacimiento, auge y caída de Ciudadanos, un partido nacido y desarrollado en torno a un líder que fue carismático, que se creyó por un solo resultado electoral que podría sustituir al Partido Popular en la primogenitura de la derecha y que acabó arrasado por un error estratégico que de no haberse producido habría hecho que la historía del país fuera bien distinta, o al menos más razonable.

Ciudadanos nació en Cataluña basado en un furibundo anticatalanismo, o mejor aún contra la inmersión lingüística, llegó a ganar las elecciones autonómicas catalanas en 2017, cometió su primer error estratégico cuando su candidata, Inés Arrimadas, decidió saltarse el trámite de la investidura y, al año siguiente, su jefe de filas, Albert Rivera, renunció a un gobierno de coalición con el PSOE y forzó una repetición electoral que fue el comienzo del fin de Ciudadanos

Del partido naranja, que cambió de un origen socialdemócrata a una obediencia liberal  se esperaba que fuera bisagra entre la derecha y la izquierda, para superar gobiernos convertidos en regímenes por la duración de su mandato, pero siempre abrió la puerta hacia la derecha. Y cuando intentó una maniobra en Murcia contra el PP, lo hizo tan mal que propicio su desaparición en las elecciones autonómicas que se sucedieron donde quedaron laminados, en Madrid, Andalucía y en Castilla León, donde habían tenido poder y vicepresidentes. Sus últimos líderes que renegaban del PP como el partido del transfuguismo y la corrupción han acabado en sus listas electorales.

En Cataluña, donde nació, ha acabado con 20.000 votos y transfiriendo sus últimos seis escaños  al Partido Popular, y ha bastado con que el partido que lidera Alberto Núñez Feijóo dejara de cometer errores de bulto y realizará una campaña olvidando el debate sobre la ley de amnistía, aunque al día siguiente desde la calle Génova se desmintiera la agonía del 'procés', para que el PP vuelva a tener algo que decir en el proyecto futuro de Feijóo aunque nadie cuente con este partido para garantizar la gobernabilidad de Cataluña. El PP ha logrado con Ciudadanos lo que pretende sin conseguirlo con Vox, reunificar a toda la derecha conservadora en un solo partido, porque el partido naranja que hubo una vez era tan asimilable que se confundían, mientras que la extrema derecha le obliga a un discurso que causa preocupación.