Ayuda crucial tras la tragedia

Agencias
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Más de 5.000 guardias civiles realizan jornadas maratonianas de trabajo para salvar vidas, localizar cadáveres y evitar saqueos

Un agente busca posibles víctimas en la Albufera valenciana - Foto: Biel Alino (EFE)

Trabajan más de 12 horas diarias con perros, drones, helicópteros, trajes de neopreno... Son guardias civiles que, en cuanto fueron activados, se pusieron manos a la obra para salvar vidas, localizar y recuperar cadáveres o evitar saqueos. Según los datos oficiales, más de 5.000 agentes de este cuerpo ya trabajan codo con codo con militares, bomberos, policías nacionales y locales, miembros de Protección Civil, voluntarios... Una labor incansable que desarrollan en la zona afectada por la DANA.

Entre ellos está el capitán Sergio Hernández, que coordina las labores de los agentes del Grupo de Especialidades Subacuáticas (Geas), los buzos. Horas después de lo peor del temporal, las unidades de Valencia y de Alicante fueron activadas, así como los alumnos del curso de la especialidad. Se suspendieron sus clases y entraron en acción.

Desde que comenzaron las labores de búsqueda -explica el capitán-, han llevado a cabo 1.500 actuaciones en la zona cero, calle por calle, en viviendas anegadas con metro y medio de agua, putrefacta ya tras varios días estancada. «Ya corremos riesgo de infección», asegura el capitán.

La intervención por esta tragedia es la «más difícil y la más triste» a la que Hernández se ha enfrentado nunca. «Habíamos vivido muchas inundaciones, pero no de esta magnitud», asevera.

David García es jefe de la Unidad Cinológica central. Está al mando de un equipo de ocho agentes y cuatro perros adiestrados en la búsqueda de cadáveres, incluso en los que pudieran estar sumergidos. Para ello, utilizan dos zodiac.

Antes de desplazarse a la provincia de Valencia, los canes ya actuaron en Letur (Albacete), una localidad también sacudida por la DANA. Pero en este caso, la labor es más difícil, como asegura el capitán García. «En el terreno que buscamos está ya todo enterrado. Los cuerpos también. Han quedado sepultados en una especie de tumba», explica. Y es que todo ese fango no ha dejado hueco para que pueda emanar un olor que detecten los perros.

Pero no solo eso. Por ejemplo en la Albufera o en las desembocaduras de los ríos, tanto la maleza como los animales muertos dificultan el trabajo por el olor que desprenden, que puede «tapar» el del cadáver humano.

También el teniente coronel Juan José González Ramos, jefe del Servicio Aéreo de la Guardia Civil en Valencia, ha visto de todo desde arriba, pero nunca como en esta ocasión. Le ha asombrado «no solo el terreno tan extenso de la inundación, sino la gravedad de los daños que ha ocasionado».

La gente pedía auxilio desde los tejados y los agentes de la unidad no daban abasto para rescatar a personas, y también a animales.