En tiempos de agobio, en política, ganar tiempo supone un alivio para quienes se sienten acorralados por problemas que les desbordan. Cuando estaba con el agua al cuello, Adolfo Suárez descubrió el Estrecho de Ormuz -eje de tensión entre Iraq e Irán. Pedro Sánchez lo ha encontrado en el conflicto entre Israel y Hamás. Tras el remanso de paz provisorio de las vacaciones de Semana Santa pasadas en Doñana, ha emprendido un viaje al Cercano Oriente -Arabia, Jordania, Qatar-, sobre el papel para publicitar la intención del Gobierno español de reconocer al Estado palestino. Una posición, de momento, minoritaria en la Unión Europea. Solo nueve de los 27 reconocen a Palestina como Estado, aunque Irlanda también parece dispuesta a hacerlo, y algunos de los que no han formalizado el reconocimiento mantienen una oficina diplomática en Cisjordania.
La guerra abierta entre Israel y Hamás, desencadenada tras la incursión de terroristas de Hamás en territorio israelí que se saldó con un millar de asesinatos, violaciones y toma de tres centenares de rehenes, provocó la invasión de la franja de Gaza por tropas del Ejército israelí con resultado de miles de víctimas que las fuentes palestinas cifran en no menos de treinta mil .
En el contexto de ese escenario desolador, ¿qué puede aportar el reconocimiento por parte de España del Estado palestino? En términos prácticos, nada. Y en lo simbólico, poco, visto que ni siquiera Estados Unidos, que es el único interlocutor al que acepta el Gobierno de Netanyahu, está consiguiendo avances en un escalón previo que pasaría por alcanzar una tregua.
Así las cosas ¿por qué Pedro Sánchez ha decidido implicarse en un conflicto en el que quien podría valorar su opinión -el Gobierno de Israel- no solo no le tiene en cuenta, sino que hace poco declaró que consideraba inamistosa la posición de España por falta de equidistancia. La conclusión es que estamos en puertas de tres citas con las urnas en menos de tres meses -País Vasco, Cataluña, Parlamento Europeo- y Pedro Sánchez -que se siente políticamente acorralado por la impopularidad de la Ley de Amnistía y el escándalo del "caso Koldo/Ábalos"- ha emprendido viaje a Oriente Próximo en busca de oxígeno y apertura de telediarios. Gana tiempo. Como en su día Adolfo Suárez cuando descubrió el Estrecho de Ormuz.